La situación de sector naval después de la Covid-19 ha sido objeto de análisis en la conferencia y posterior coloquio organizado por el Colegio Oficial de Ingenieros Navales y Oceánicos (COIN) en Itsasmuseum de Bilbao. Prologado por el delegado territorial del COIN en el País Vasco, Guillermo Martín, el conferenciante escogido para la ocasión fue el recientemente elegido presidente del Foro Marítimo Vasco, Aitor Uriarte.
En la ponencia, realizada ante medio centenar de asistentes, Uriarte señaló que “el mayor problema” de la construcción naval en nuestro país “es la falta de armadores”, puesto que España ha sabido “capear el temporal”, propiciado por el Covid, mejor que otros países europeos. No obstante, se mostró preocupado por la incidencia del virus en todo el mundo, y en Europa en particular, con unas consecuencias que se antojan imprevisibles a día de hoy.

En su análisis, y partiendo de la situación del 2019, se observaba una estabilidad en la contratación mundial de buques, donde China, Corea y Japón dominaban el mercado, dejando a Europa un exiguo 5% del CGT (arqueo bruto compensado). Una participación pequeña, pero cómoda, pues en los últimos años se ha centrado en buques de alto valor tecnológico y añadido como cruceros, ferries, buques oceanográficos y de trabajo en el mar, dejando a un lado los barcos de transporte de mercancías.
Europa, en mínimos de contratación
La afección del Covid-19 ha afectado a todos los constructores mundiales, pero de forma desigual. Así, mientras Oriente se ha recuperado rápidamente y ha copado el 90% de la cartera de pedidos, en Europa los astilleros y sus subcontratas han sufrido más. En la actualidad, la construcción naval tiene trabajo para los dos próximos años y medio, un nivel “bajo, pero no alarmante”. No obstante, la congelación de pedidos se ha centrado en los buques de alta tecnología y más en los buques de pasaje. Así, a final del primer semestre de 2021 Europa solamente ha copado el 1,3% (su mínimo histórico) de los 90 millones de CGT que suman los 4.826 buques contratados a nivel mundial.

Paradójicamente, nuestro país no ha salido tan mal parado puesto que nuestros astilleros, concentrado ya sólo en Galicia, Asturias y País Vasco, se han sabido reconvertir, “son 30 años de reconversiones”, y centrarse en nichos de mercado que facturan 3.800 millones de euros por año, dan trabajo directo a 34.000 personas, y a otras 35.000 indirectamente, dedicando a la exportación el 90% de sus productos.
Aitor Uriarte echa de menos una política institucional de apoyo, como así lo hacen los países asiáticos, así como la falta de solidaridad de los armadores europeos, que siguen contratando en Oriente la mayoría de sus buques. También mencionó el nuevo desafío que suponen los astilleros turcos, que han avanzado tecnológicamente, pero mantienen una política de costes muy reducida. Citó como ejemplo la construcción de remolcadores, antaño una fuente de trabajo e ingresos para los astilleros españoles y que ahora no encuentran mercado por la política turca de “construir contra almacén” en lugar de contra pedido.