Los antiguos vecinos de Can Tunis reclaman recuperar la memoria de este barrio barcelonés que tuvo una historia marítima viva con su playa como arteria y lugar de encuentro. Una playa en la que los pescadores tenían su lugar de trabajo, se establecieron astilleros de embarcaciones y donde surgieron las casas de baños. Un barrio, el de Can Tunis, que fue absorbido a partir de los años setenta por la expansión del puerto de Barcelona. Un lugar, Can Tunis, en el que la gente que vivió no recuerda mejor lugar donde pudo pasar su infancia. Un recuerdo que ahora debe difundirse y emerger para hacer olvidar una historia a menudo solo recuperada para hablar de la degradación final de Can Tunis
Para recuperar el legado histórico de Can Tunis, la Biblioteca Francesc Candel y Unió d’Entitats de la Marina, organizaron la charla “El ocio, los baños y la industria”, como parte de los coloquios que se celebrarán con motivo de la exposición “La Farola, testimonio de un barrio”. La charla, moderada por Adolfo Romagosa, contó con las intervenciones de Mercè Tatjer, geógrafa e historiadora, y Enric García, director del Museu Marítim de Barcelona (MMB).
Los baños y un hipódromo
Mercè Tatjer fue la responsable de hablar sobre la actividad de los baños que empezó a aparecer en el siglo XIX en las playas de Can Tunis. Los baños tenías los llamados servicios de “pila-bañera y oleaje-playa”, contó la historiadora. Algunos baños tenían nombres tan llamativos como “La perla del Mediterráneo” o “Baños Colón”. En 1876 incluso surge el nombre del renombrado arquitecto Antoni Gaudí en un proyecto llamado “Vila Arcadia” que se deseaba construir en Can Tunis, y además se proyecta la construcción de un casino. Una época de máximo esplendor para este barrio de pescadores que estaba conectado por un tranvía con el Portal de la Pau. Este punto álgido del siglo XIX también tuvo como culminación la construcción de un hipódromo en 1863 que en los años veinte del siglo XX fue un gran punto de encuentro de la sociedad barcelonesa. El hipódromo duró hasta 1934, cuando los caballos se trasladaron a la Diagonal en lo que hoy conocemos como
Club de Polo.

Los astilleros
Por su parte, el director del Museu Marítim de Barcelona explicó que, según la documentación encontrada, el origen del nombre de Can Tunis procedería de un constructor de buques de madera de 1.600, llamado Manuel Antúnez. Estos antecedentes surgieron a raíz de los planos de un buque que fueron encontrados con la firma de Antúnez.
Enric García empezó su intervención hablando de las iniciativas industriales que se establecieron en Can Tunis, como el Arsenal Civil en 1888, coincidiendo con la eclosión que supuso la Exposición Universal de Barcelona. Este proyecto de un empresario belga no funcionó y su propósito era convertirse en proveedor de la armada, pero los encargos nunca llegaron.
El director del MMB continuó con el relato de los astilleros artesanales de buques de madera que se establecieron en la playa de Can Tunis. Fueron los casos de los astilleros Borrell, en 1910, época en la que se construyó el bote de salvamento “San Félix” e incluso un remolcador para el puerto de Barcelona. Los astilleros Cardona también se establecieron en
Can Tunis e incluso construyó buques de hierro.
“Pero la clave de la construcción naval de Can Tunis”, reseñó Enric García, “fue la Primera Guerra Mundial”. Este conflicto “se ganó en el mar y a los alemanes y a los aliados les empezaron a faltar barcos a partir de 1915”. El hundimiento de barcos hizo que se precisarán buques, aunque fueran de madera como los construidos en Can Tunis. Fue el resurgir de las naves de madera, y “mucha gente descubrió los pailebotes” como el “Santa Eulàlia” del Museu Marítim.

Después, a los astilleros Cardona se les presentó una gran oportunidad, relata Enric García, con una destacada inversión de una empresa inglesa que diseñaba lanchas rápidas. Fue entonces cuando se constituye Astilleros del Mediterráneo. Estas instalaciones fueron un intento fallido del establecimiento de una sólida industria naval en Can Tunis y Barcelona, sin olvidar a otro precursor como fueron los astilleros de Benigno Bueno.
Transcurrida la Primera Guerra Mundial, recordó Enric García, “los americanos y británicos volvieron a construir barcos en los años veinte, por lo que en 1925 los astilleros de Can Tunis se quedaron sin trabajo y debieron cerrar”. Además, más tarde, la instalación de la terminal de Campsa y el proyecto de convertir Barcelona en un puerto franco que no se llevó adelante, explicó Enric García, culminaron la historia del proyecto de industria naval de Can Tunis.
Posteriormente, en los años setenta el crecimiento del puerto y el traslado de los tráficos comerciales del puerto hacia el Sur, hizo perder paulatinamente el espacio y la identidad de Can Tunis como barrio singular de Barcelona. Una desaparición que terminó con la expropiación de viviendas, y una época que cincuenta años después quiere reivindicarse y ponerse de manifiesto como parte destacada de la historia marítima de Barcelona.