Crisis, crisis, crisis

Rafa Martín
Exconsultor en Aprendizaje
motomorfosis.es

Queridos terrícolas, en estos tiempos del nuevo siglo XXI la crisis parece lo normal, se ha instalado en nuestras vidas y se resiste a abandonarnos, reinventándose una y otra vez. Dicen los orientales que crisis es lo mismo que oportunidad, pero no sé yo si son unos optimistas mal informados, porque muchos estamos más que hartos, intentando adaptarnos con zozobra a tanto cambio chungo que se encadena para caracterizar a esta nueva era que algunos llaman ya crisistoceno.

Dejamos el pasado siglo XX pensando si no estábamos ante una crisis de valores, con el enorme desempleo y tanta desigualdad, la política tradicional en caída libre y el auge de las ultraderechas, el sostenido encarecimiento de la vivienda, tantos jóvenes sobrepreparados fuera de juego, el calentamiento global…, cuando, de repente, nos atropelló la crisis global del ladrillo. Se cayó Lehman Brothers y así, de sopetón, nos metimos de lleno en una crisis económica de las que hacen historia, rescatando bancos y dejando a mucha gente en la miseria más literal, sin casa, sin trabajo…Aunque unos cuantos si encontraron la oportunidad y los millonarios se multiplicaron bien con aquella crisis.

Los humanos de a pie no nos habíamos recuperado de la crisis económica, sintiéndonos más vulnerables que nunca intentábamos sobreponernos, cuando, por sorpresa, llegó la crisis sanitaria. Y el coronavirus, viajando vertiginosamente en avión y aprovechándose de nuestra parsimoniosa reacción institucional, se instaló en nuestras vidas para cambiarlas radicalmente, confinamientos, mascarillas, distancia con nuestros familiares y amigos, teletrabajo… y sobre todo mucho contagio, sufrimiento y no pocos muertos.

Todavía enredados en la búsqueda de la salida de esta tremenda situación, poniéndonos vacunas para gran beneficio de farmacéuticas, despavoridos ante las mutaciones y nuevas variantes, empezamos a leer que faltan algunos componentes esenciales y la fabricación de algunos productos se está ralentizando. La energía se dispara y con ella el transporte y la producción de bienes se encarecen, la inflación y la deuda crecen y el crecimiento esperado se ralentiza. Mal rollo, ya empezamos otra vez.

La crisis de la cadena de suministro podría durar hasta el 2023 si se no toman medidas rápido, es lo que ha dicho, en el Financial Times, Jeremy Nixon, CEO de Ocean Network Express, una de las principales compañías de transporte marítimo. Otros opinan que la cosa va a peor

Tras el parón general que supuso la pandemia, todo el mundo tenía prisa por reactivarse, retornar a la normalidad. La demanda ha crecido tanto que ha colapsado la capacidad de producción de muchas industrias, a lo que se une la escasez de transporte marítimo cuyos costes se han disparado, la carretera no encuentra camioneros… La crisis de la cadena de suministro podría durar hasta el 2023 si se no toman medidas rápido, es lo que ha dicho, en el Financial Times, Jeremy Nixon, CEO de Ocean Network Express, una de las principales compañías de transporte marítimo. Otros opinan que la cosa va a peor.

El gigante chino, coloso industrial de nuestros tiempos, empieza a notar que le falta carbón, papel, ropa y hasta comida. Estados Unidos más de lo mismo, con distintos productos y el Reino Unido nos dejó con los ojos a cuadros al ver las imágenes de gente a mamporro limpio en las gasolineras o las de los supermercados vacíos de productos frescos y esenciales como la fruta, las verduras o las legumbres, con espárragos de cartón para rellenar estanterías.

La industria del automóvil, España es el segundo país productor de automóviles de Europa, no encuentra microchips y semiconductores y avisa de que no va a poder cubrir la demanda. Los panaderos, entre otros, avisan de que no pueden soportar unos precios de la electricidad absolutamente desbocados y batiendo récords históricos un día tras otro. Hasta el café parece que va a escasear y dejarnos medio zombis por las mañanas, a causa de una ola de frío polar que ha arrasado con la mayoría de las plantaciones cafeteras, poniendo en peligro el abastecimiento mundial. Energía, pan, verduras y café a precio de oro. Como siempre pagamos los mismos, la subida de precios de los productos más básicos es la manera de trasladar los platos rotos al humilde consumidor. Y si cae el consumo, la industria sufre y el empleo detrás.

Pero el perverso calendario nos propone nuevos sobresaltos y oportunidades, las emisiones contaminantes amenazan con batir su propio récord en este 2021 y la crisis climática se pone a la cola con la intención de sumarse, más pronto que tarde, a esta diabólica cadena, con desastres naturales y calamidades que supondrán enormes costes y no pocas muertes. Crisis que se agravará si conseguimos superar la crisis de suministro, aumentar la producción y el consumo.

En mayo del 68 los jóvenes se lanzaron a la calle al grito de “seamos realistas pidamos lo imposible” peleando duro por un futuro mejor. Pero en nuestros días, mucha juventud, que vive una realidad imposible y unas expectativas horrorosas, frustrada de no encontrar oportunidades, saturada de restricciones, se ha lanzado a la calle botellón en mano, tirando la toalla y liándola parda. Pero, ahora resulta que la crisis logística los va a dejar sin ginebra para las fiestas callejeras que ahogan las penas. Vamos a ver qué pasa, porque llueve sobre mojado y el horno está para pocos bollos.