El Container Port Performance Index (CPPI), que mide la eficiencia de los principales puertos de la geografía mundial, ha situado al puerto de Algeciras en un puesto muy destacado, encabezando la eficiencia tanto en España, como en Europa y el Mediterráneo.
En las últimas semanas el Banco Mundial y la consultora IHS Markit anunciaban los resultados de un nuevo ranking de puertos, el Container Port Performance Index (CPPI), que mide la eficiencia de los principales muelles de la geografía mundial. En esta clasificación el puerto de Algeciras ocupa un puesto muy destacado, encabezando la eficiencia tanto en España, como en Europa y el Mediterráneo. El CPPI dice que Algeciras es el 1º de Europa y 10º del mundo, siendo de esta forma la única dársena no asiática que entra en el Top 10 de una lista liderada por el puerto japonés de Yokohama, al que siguen King Abdullah (Arabia Saudí) y Qingado (China) y referida al primer semestre del 2020. Sin duda este tipo de noticias son un importante aliciente tras el esfuerzo realizado por las empresas y trabajadores durante esta pandemia, manteniendo operativo el puerto las 24 horas del día los 7 días de la semana, con la mirada siempre puesta en asegurar el suministro de productos tanto para el consumo de los ciudadanos como para mantener los flujos de exportación e importación de las empresas y el conjunto del tejido productivo nacional e internacional.
Pero llegados a este punto cabe la reflexión ¿y ahora qué necesita el puerto de Algeciras a corto y medio plazo para mantener ese Top 10? La respuesta es fácil: infraestructuras terrestres.
De todos es conocida la ya eterna reivindicación del puerto de Algeciras y el polo industrial del Campo de Gibraltar (que constituye el segundo polo industrial del país tras el de Tarragona) para contar con un ferrocarril competitivo que conecte la dársena con mayor volumen de mercancías del país y del Mediterráneo con el interior peninsular y Europa. Se dan pasos a ritmo exasperante, hay intenciones, pero por uno u otro motivo seguimos (casi) igual que a finales de siglo, del siglo XIX –sin desdoblar y sin electrificar-, a pesar de que desde el 2013 el denominado Ramal Central que conecta Algeciras con Madrid, es doblemente prioritario para la Unión Europea por estar incluido tanto en el Corredor Mediterráneo como el Atlántico de las TET-T o Redes Transeuropeas de Transporte.
Ahí está nuestro futuro. Y es que no disponer de una conexión ferroviaria moderna produce cada día que pasa una pérdida de oportunidades y competitividad para las empresas y el comercio exterior tanto de Andalucía como de España.
En ese futuro ferroviario desde el puerto de Algeciras atisbamos a corto plazo 2 rayos de luz.
El primero de ellos, que por fin y tras cuatro años consignados en los presupuestos de la Autoridad Portuaria Bahía de Algeciras -que será quien financie los apartaderos a través del denominado Fondo Financiero de Accesibilidad Terrestre-, ADIF ha dado luz verde a la construcción de 2 de los 9 apartaderos de 750 metros que hacen falta en el tramo Algeciras-Córdoba del citado Ramal Central. Se trata de los apartaderos situados en Campillos y Setenil, necesarios para operar con garantías el creciente tráfico ferroviario del puerto de Algeciras que sólo en el primer trimestre del 2021 duplicó su volumen respecto al año anterior. Los apartaderos acaban de salir a licitación.
El segundo, la autopista ferroviaria Algeciras-Madrid-Zaragoza, una iniciativa de la Autoridad Portuaria de Algeciras, ADIF y Aragón Plataforma Logística (APL) que ha despertado enorme interés en las empresas privadas y que requiere del aumento de gálibos en algunos túneles, entre otras mejoras a ejecutar de forma urgente.
Aunque llevamos años trabajando en el proyecto, la iniciativa fue presentada oficialmente la pasada primavera en un acto en el que el Ministro de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana, José Luis Ábalos, insistió en que el proyecto “es parte del necesario cambio de modelo del transporte para conseguir su descarbonización y reducción de emisiones”. Por su parte, la presidenta de ADIF, Isabel Pardo, anunció en el mismo acto una inversión de 100 millones de euros en primera fase para ponerla en marcha “lo antes posible”.
El proyecto permite el aprovechamiento de los recursos actuales, como son la red de ancho ibérico en la Península Ibérica, junto con la utilización de material móvil adaptado que permita transportar semirremolques por la red de ferrocarriles del país, permitiendo una reducción efectiva de emisiones de CO2 al eliminar de la carretera parte de los 40.000 camiones que a día de hoy mueve cada mes la línea marítima Algeciras-Tanger Med. A este volumen hay que sumar el tráfico pesado que generan las grandes industrias de la comarca gaditana del Campo de Gibraltar. Cientos de camiones con exportaciones que cada día se ven obligados en su totalidad a atravesar la Península por carretera.
La autopista ferroviaria es la columna vertebral del Plan Hércules, en el que desde la Autoridad Portuaria aglutinamos el conjunto de iniciativas que tienen por objetivo impulsar las cadenas de valor regionales y el desarrollo de las relaciones comerciales con la vecindad Sur de la Unión Europa a través del puente intercontinental Europa-África que representa el puerto de Algeciras.
Es evidente que la parte que le toca a la Autoridad Portuaria, las infraestructuras marítimas, también son necesarias para mantenernos en ese Top 10 del nuevo ranking de eficiencia del Banco Mundial. En este caso y afrontando las enormes trabas medioambientales con las que nos encontramos a cada paso, la iniciativa y el presupuesto sí está en nuestras manos. Pero debemos hacer una reflexión: todos apostamos por el desarrollo sostenible, es algo que está en el cuaderno de bitácora, en nuestra Estrategia Verde en el caso de la APBA, pero esto no debería ser un muro infranqueable que bloquee iniciativas tanto privadas como públicas, provocando que haya recursos que no se están aplicando a la economía real. Por tanto, ese ansiado desarrollo sostenible deberíamos enfocarlo correctamente y debería partir de una efectiva coordinación de los ministerios competentes, el de Transportes (Mitma) y el de Transición Ecológica (Miteco).