Una constante en el sector de los transitarios es la de las operaciones de compraventa y fusiones de empresas, pero, sin duda, no es la única opción para fortalecer recursos, pues otra de las opciones que siempre ha estado sobre la mesa, es la de pasar a integrar alianzas globales.
Nos encontramos ante una situación de incertidumbre, marcada por una continua revolución en el mundo del comercio exterior y del transporte internacional de mercancías, en forma de profundos cambios normativos en todos los ámbitos, y muy especialmente el aduanero, tensiones en la cadena de suministro, operaciones corporativas respuestas tecnológicas en muchos ámbitos, y un largo etcétera. Las empresas tienen que adaptarse con rapidez a los cambios, mientras deben seguir prestando un servicio de calidad a clientes cada vez más expertos y exigentes.
Si bien el sector transitario es muy diverso y heterogéneo, casi el 90% de las empresas transitarias son pymes, lo cual implica, a veces, que afrontar ciertos cambios suponga un importante reto, especialmente por los costes que estos cambios implican, no solo monetarizables sino también en tiempo y esfuerzo de adaptación.
No obstante, el sector transitario siempre ha sido muy vivo, en constante evolución y las empresas han empleado muy diversas alternativas para mantener la calidad en el servicio. Son muchos los ejemplos que acreditan que los transitarios están siendo figuras tractoras de todos los cambios que estamos experimentando.
Para ello, emplean diversas alternativas como la especialización, digitalización, aumento de tamaño a través de compras… todo ello con la finalidad de cumplir un objetivo común, como suele ser el de encontrar soluciones ágiles y fiables a las problemáticas que van surgiendo en el traslado de mercancías y así satisfacer las necesidades de sus clientes tanto exportadores como importadores, posicionándose en el mercado del comercio internacional.
Como indicaba, una constante en el sector es la de las operaciones de compraventa y fusiones de empresas, pero, sin duda, no es la única opción para fortalecer recursos, pues otra de las opciones que siempre ha estado sobre la mesa, es la de pasar a integrar alianzas globales, lo cual permite, de una parte, mantener la independencia a nivel corporativo -y, con ello, el control de la propia organización-, y de otra formar parte de una organización global, en la que el objetivo principal suele ser buscar relaciones comerciales estables con corresponsales de otros mercados.
Los tipos y la intensidad de la colaboración entre los miembros de las alianzas son múltiples, desde, por ejemplo, acuerdos de contenido financiero para la reducción de costes de financiación y de aseguramiento de operaciones, hasta niveles mucho más intensos, en los que se busca encontrar socios comerciales estables y confiables en los cuales los miembros puedan, en la medida de lo posible, asegurar la integridad de las operaciones y, por supuesto, facilitar la actividad de networking.
El objetivo fundamental, no siempre sencillo de conseguir, es el de alcanzar relaciones comerciales con carácter permanente, con socios de confianza, que permita considerar al corresponsal casi como una extensión de la propia empresa y lograr una ganancia y crecimiento conjuntos, a través de la mejora continua de los servicios ofertados a los clientes.
La naturaleza de estas organizaciones es también diversa, pues existen alianzas que buscan tejer una red global, en sentido genérico, y otras especializadas en el transporte de un tipo de producto.
En mi opinión, las alianzas tienen como principal punto positivo que sirven para ampliar el ámbito espacial de las operaciones de los miembros, mejorando, por tanto, su operatividad y su competitividad, tanto en materia de costes, como en la eficiencia y agilidad de los movimientos de mercancías a nivel internacional, logrando con ello las empresas, especialmente las pymes, construir redes de colaboradores globales.
Reside aquí uno de los aspectos claves al organizar este tipo de estructuras, pues la elección de formar parte de ellas conlleva el riesgo derivado de la pérdida del control en la parte del servicio prestado por el otro miembro de la alianza.
A nadie se le escapa que uno de los aspectos claves en la cadena logística reside en tratar de garantizar la fiabilidad de las operaciones y, sin duda, ello resulta más difícil que cuando los servicios se prestan dentro de la propia organización. Tecnologías como el blockchain pueden ayudar a crear redes seguras y transparentes para los socios.
El elemento humano sigue siendo básico: conocer a los socios y de que estos tengan unos principios e intereses alineados con los propios, así como que cumplan unos requisitos de calidad exigentes, como podrían ser los de mantener el compromiso de actuar con la máxima responsabilidad, de forma ética e integra, siempre cumpliendo la legislación aplicable, así como mantener un alto grado de responsabilidad y transparencia en la operativa, manteniendo un flujo de información permanente y puntual sobre los servicios prestados.
Con ello se garantizaría, en la medida de lo posible, el mantenimiento de su buena reputación, y el mantenimiento de los altos estándares en el desarrollo de su actividad.
Parece claro que, más allá de la ventaja clara en el sentido de permitir a las empresas tener una oferta global, implica un hándicap consistente en la reducción de la libertad al construir la red de colaboradores en el extranjero, pues no se tiene tanta libertad para elegir contrapartes, al limitarse al ámbito de la mencionada red.
Estas alianzas llevan vigentes ya bastante tiempo, por lo que, a fuerza de demostrar los hechos, creo que la conclusión es que supone una herramienta válida para determinadas empresas, pero, como siempre, dar ese paso requiere de un trabajo interno de análisis de objetivos y posibles resultados, y valorar si la organización está alineada con los principios e intereses de la empresa.