Solo en el periodo comprendido entre los ejercicios 2020 y 2022, el total de los costes energéticos de los socios de ANESCO se ha visto aumentado en casi un 165%, alcanzando el 215% en el caso del coste de la energía eléctrica.
Finaliza el año 2022 con un avance muy importante para el sector de la estiba. La firma del V Acuerdo Sectorial Estatal de la Estiba el pasado 8 de abril puso fin a un largo y complejo proceso de negociaciones entre patronal y sindicatos, y ha dotado de seguridad jurídica a una actividad estratégica para el desarrollo de la economía en España.
Pero una vez conseguida la ansiada estabilidad en las relaciones laborales del sector, son otros los desafíos a los que se enfrenta el mismo, tales como la automatización, la digitalización o uno que merece una especial atención en estos momentos, la transformación energética.
Si analizamos el ranking de los gastos operativos de muchas empresas a lo largo de los últimos años veremos como los costes energéticos han ido escalando posiciones hasta situarse en los primeros puestos de la tabla en importancia. Tanta que, hoy en día, el reto de muchas empresas por contener este encarecimiento es mayúsculo.
Aunque los costes energéticos se habían incrementado bruscamente desde el verano del 2021, empezamos el año 2022 con unas buenas expectativas que se vieron truncadas con la invasión de Ucrania. Un conflicto geopolítico que ha agravado esta situación hasta el punto de alcanzar niveles sin precedentes.
Las empresas estibadoras no han sido ajenas a esta escalada de costes repentina y significativa. Por el contrario, solo en el periodo comprendido entre los ejercicios 2020 y 2022, el total de los costes energéticos de los socios de ANESCO se ha visto aumentado en casi un 165%, alcanzando el 215% en el caso del coste de la energía eléctrica.
Desde ANESCO estamos trabajando en el desarrollo de propuestas que logren mitigar este desorbitado incremento de costes energéticos que están deteriorando las cuentas de explotación de nuestras empresas.
De persistir la situación, los efectos distorsionadores podrían llegar a poner en riesgo la competitividad de las propias empresas estibadoras, en un momento de saturación generalizada de los puertos ante la estratégica y creciente importancia del comercio internacional y el conocido impacto del Covid-19.
Pensemos además que, para los operadores, trasladar estos incrementos es muy complicado debido a la rigidez del mercado y a la competencia externa de países terceros. Tampoco olvidemos que una parte relevante de la actividad de manipulación de mercancías la compone el sector reefer, cuyo consumo energético es obviamente muy superior, y que las empresas estibadoras, como prestadores de un servicio portuario de interés general, se encuentran sometidas a severas obligaciones de servicio público como la exigencia de estar operativos de forma ininterrumpida. Esto impide una gestión adecuada de los costes energéticos al no ser posible concentrar la actividad en aquellas franjas horarias en las que tales costes son más reducidos.

Cabe señalar que la subida de estos costes puede ser desigual entre las terminales portuarias en función de la fuente de energía utilizada para poder operar. Así, en el caso de las terminales de contenedores semiautomáticas, la electricidad es la fuente de uso mayoritaria mientras que, en las terminales convencionales, el gasoil es el combustible que más se utiliza.
Lo que no cabe duda es que la energía está jugando un papel clave debido a los elevados costes energéticos que están asumiendo las empresas estibadoras, pero también a causa de la necesidad de asumir el compromiso con el medio ambiente y trabajar en la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero de sus operaciones.
Y es que, siguiendo las recomendaciones de las instituciones europeas y nacionales, nuestras empresas apostaron por formas de energía más eficientes con una producción menor de emisiones en la zona portuaria y por sistemas de explotación que permitiesen un uso más eficiente de las infraestructuras portuarias a través de la automatización de procesos y de sistemas de información.

Por todos estos motivos, desde ANESCO estamos trabajando en el desarrollo de propuestas que logren mitigar este desorbitado incremento de costes energéticos que están deteriorando las cuentas de explotación de nuestras empresas.
Desde la asociación con mayor representatividad del sector, pensamos que el actual contexto de precios elevados en los mercados energéticos, con especial impacto en las empresas dedicadas a la manipulación de mercancías en los puertos, hace inaplazable el impulso de medidas que palien la situación para asegurar una prestación adecuada y económicamente viable de este servicio portuario de interés general y clave para promover el crecimiento económico.
Sin duda, durante el próximo año 2023, el precio de la energía y los combustibles va a seguir condicionando el futuro del sector de la logística y, por supuesto, el de la estiba con un enorme incremento de los costes energéticos que puede llegar a mermar la competitividad de nuestras empresas, una realidad que ya hemos venido acusando en este 2022.