
Francisco Zaragoza
Hace años de esto, recuerdo que leí la opinión de un director de una naviera española, que manifestaba “que no hay nada más volátil, que el negocio marítimo”. Entendía, por entonces, que el autor de dicha frase, no le correspondía, tal sentencia, dado que, en su entidad, la cuenta de resultados anuales, negativa en la mayoría de ejercicios, era compensada por el “papa Estado”.
Pero con el paso del tiempo, renacen nuevas situaciones, y vuelve a tener sentido, aquella frase.
En el 2020, se manifestó la pandemia del Covid-19, cuyas consecuencias se padecieron en todo el mundo. En ese año y en los siguientes, se produjo un aumento exponencial en los fletes marítimos a nivel mundial, en especial los que tenían como origen la China y puertos del Oeste.
La explicación, siempre hay que dar alguna, aunque en la mayoría de ocasiones, este no se ajuste a la realidad, fue que no había suficientes contenedores posicionados en aquellos puertos de salida, al objeto de cumplimentar la gran demanda de equipo que se precisaba en aquellos momentos.
De una fuerte demanda, se ha pasado en unos años, a todo lo contrario. Hace unos días la prensa daba la noticia de que A.P. Moller-Maersk, ante el momento actual del sector, al cual auguraba una larga temporada de números rojos, anunciaba el despido de 10.000 trabajadores. A ello cabe unirse el despido de un número significativo de personas, en nuestro país, de otra naviera que ha tenido y tiene una presencia en el tráfico con Sudamérica.
Quizás ahora, empiece a entender aquello de la volatilidad, a que antes me refería, si bien las consecuencias de ello, desgraciadamente y como solución, pasa por el despido de las personas, que poco o nada tienen que ver con la actual situación coyuntural que vive el sector marítimo.