El puerto de Baiona se reafirma como un actor económico estable e indispensable para la economía regional. A pesar de la incertidumbre geopolítica internacional, la persistente sequía y las disrupciones en la cadena de suministro, la instalación portuaria vasco francesa resiste y se mantiene con tráficos por encima de los dos millones de toneladas.
El conflicto armado entre Rusia y Ucrania y sus consecuencias económicas, como la crisis energética subsiguiente, impactaron fuertemente en los tráficos del puerto de Baiona a lo largo del año pasado. Esta situación se ha mantenido, con matices, en el primer semestre del año.
Geográficamente, España es el primer cliente, tanto en importación como en exportación, del puerto de Baiona, con más de medio millón de toneladas acumuladas. A cierta distancia se sitúa Países Bajos con casi cuatrocientas mil toneladas, mientras que los datos de Rusia -tercer país de origen- y Ucrania se han visto fuertemente distorsionados por el conflicto armado que los enfrenta.
A partir del análisis de los ocho primeros meses del 2023, contabilizando hasta agosto, se desprende una tendencia que, a partir de un flojo inicio de año, se estabiliza al alza, sobre todo en algunos de sus tráficos. Aquí es necesario reflejar el desarrollo en el sector siderúrgico, afectado por los largos meses de parada en las instalaciones de Celsa.
Además, desde el puerto de Baiona lamentan la brusca interrupción de un prometedor tráfico de productos siderúrgicos procedentes directamente de Rusia, ahora interrumpido de forma abrupta. A pesar de todo ello, los datos apuntan a un repunte de la actividad y que, a finales de año, los siderúrgicos volverán a ser la columna vertebral de la mercancía portuaria.


Productos agroalimentarios
Los mercados de los productos agroalimentarios -tanto para la alimentación humana como animal- y los relacionados con la producción agrícola, como pueden ser los fertilizantes y los químicos, también han vivido fuertes distorsiones.
Por un lado, el cierre de los puertos ucranianos y las tensiones en los mercados rusos han obligado a los operadores del puerto de Baiona relacionados con los fertilizantes a buscar nuevas fuentes de suministro. Lo mismo puede decirse de la cadena de suministro de grano, de nuevo afectada por el abandono ruso del Acuerdo del Cereal del Mar Negro. Desde el 1 de julio, las exportaciones de grano ucraniano se han reducido en más de dos tercios. De ese total, poco superior al millón y medio de toneladas, buena parte se han desviado a través de cadenas de suministro terrestres. Mientras, los puertos del Danubio (ucranianos, polacos y búlgaros en menor medida) han ganado tráfico en detrimento de otras conexiones marítimas más convencionales.
Otro de los frentes abiertos es la sequía que azota a gran parte del mundo y a Europa especialmente. En este sentido, la cosecha francesa de cereal se encuentra en magnitudes similares a la del año pasado y en la media de los últimos años, con excepciones, como el trigo duro y, sobre todo, la cebada de primavera.

Mención especial merece el maíz. Si bien la cosecha no está siendo tan negativa como lo fue el año pasado, las importaciones de este cereal siguen en aumento en Francia y sumaban 24,6 millones de toneladas a mitad de año. Así, se contabiliza un incremento del 60% con respecto al año anterior, un periodo que ya obtuvo crecimientos del 74% sobre las importaciones de un año antes, 2021. En este contexto, Ucrania es el origen de más de la mitad de las importaciones, con Brasil en segundo lugar.
En este clima de incertidumbre climatológica, el puerto de Baiona ha registrado, por primera vez en su historia, maíz de importación destinado a un industrial local, más de 30.000 toneladas. Se trata de una inversión del flujo habitual, pero se considera un cambio coyuntural y no estructural. Si en el 2022 se contabilizaron 397.525 toneladas a través de puerto de Baiona, las cifras de este año animan a pensar que se cerrará con cantidades muy superiores a las cuatrocientas mil toneladas.
Otros productos
Otros productos agroalimentarios continúan en crecimiento. Así, la importación de aceite de palma crece un 5% mientras que la exportación de soja crece un 31%. Algo menos de este porcentaje decrece el tráfico de abonos y fertilizantes, con mayores pérdidas en la exportación (-52%) que en la importación, quien desciende en una cuarta parte. Este grupo de productos puede rondar las 600.000 toneladas anuales y supone el segundo tráfico del puerto de Baiona. Un producto importante en el puerto, el azufre, ya se resintió el pasado año y en el primer semestre del 2023 continúa una línea descendente que a día de hoy, sitúa el alrededor de las cien mil toneladas, predominando la importación.

En lo referido a los productos energéticos, petrolíferos y sus derivados, el tráfico sufre los vaivenes comunes en todos los puertos europeos. Así, el movimiento de crudo de petróleo continúa creciendo dentro de unas cifras modestas. Los refinados del petróleo muestran una tendencia al alza, con fluctuaciones, mientras los derivados no energéticos del petróleo crecen con respecto al año pasado y mantienen su positiva línea histórica.
A pesar de la incertidumbre, el puerto de Baiona sigue confiando en el futuro y continúa trabajando para establecer las condiciones para una recuperación dinámica del tráfico en los próximos años, centrándose en la consolidación del tráfico existente y en el desarrollo de otros nuevos.