De momento seguimos batiendo récords en emisiones globales y, vista la voracidad con la que consumimos energía, no hay una renovable mejor que otra, las necesitamos a todas.
España tiene, en San José de Valdefloréz, Cáceres, la segunda mina de litio más grande de Europa, con capacidad para abastecer hasta 10 millones de coches eléctricos. Pero los políticos han tardado poco en decir que el litio de Extremadura no alimentará las baterías de la fábrica que se proyecta en Catalunya. Este país se quiere introducir en el negocio del ion litio cómo casi siempre en casi todo, siguiendo el patrón de enfrentamiento, compitiendo entre territorios, a banderazo limpio. Otra vez parece que cualquier cosa vale para hacer política partidista.
Pero si, como fija el Acuerdo de París y las dianas a las que apuntan los consecuentes Objetivos de Desarrollo Sostenible, limitar el aumento de la temperatura mundial a 1,5°C es un objetivo creíble, además de imprescindible, cooperar y sumar es el camino, disputar y dividirse un error de miopía estratégica. No nos queda otra que revolucionar nuestro modelo energético y descarbonizar a marchas forzadas, racional y coordinadamente, toda la producción de energía.
De momento seguimos batiendo récords en emisiones globales y, vista la voracidad con la que consumimos energía, no hay una renovable mejor que otra, las necesitamos a todas. Antes que pelearnos por donde poner la próxima fábrica de baterías, no nos iría mal participar un plan de futuro en el que encaje, el sol, el viento, el mar, la hidráulica, el hidrógeno, los combustibles no fósiles y hasta la energía nuclear. Un plan sostenible del mix energético del futuro inmediato en el que todos los territorios tengan su protagonismo y ganemos todos.
La capacidad de generación de electricidad de la hidráulica depende del régimen de lluvias y la orografía del terreno, la fotovoltaica de las horas de sol, la eólica de la fuerza e intensidad del viento, aunque los últimos avances tecnológicos han conseguido nuevos aerogeneradores que la hacen rentable en ubicaciones antes impensables. Capturar CO2 y convertirlo en gas o combustible para motores de explosión hace neutro en emisiones el proceso, la energía nuclear, no exenta de serios riesgos, es mejor que seguir quemando carbón. El hidrógeno es infinito, pero necesita energía, agua y una compleja red de distribución. La solar termoeléctrica o la eólica marina, todavía poco competitivas, también son energías viables…
Actualmente la fotovoltaica y la eólica son las alternativas que lideran el cambio de modelo energético, mostrándose cada año más competitivas en su producción. Según datos de 17.000 proyectos recopilados por la Agencia Internacional de Energías Renovables (Irena) en el año 2019, los costes de la fotovoltaica registraron un descenso del 82% desde el 2010.
Según datos de Red Eléctrica de España (REE), se instalaron en España 4.201 nuevos megavatios (MW) de fotovoltaica. Sumando eólica, solar e hidráulica, España produjo, en el 2020, el 43,6% de toda la electricidad consumida. Todo un récord, pero aún insuficiente.
En este mismo periodo de tiempo la eólica terrestre, que partía de menores costes, se ha abaratado en un 39%. Llama la atención que, en una España con muchas horas de luz solar, predomine la eólica que representa más de la mitad de la generación renovable y en la que estamos entre los líderes del mundo mundial: quinto país en potencia instalada, segundo de la UE y tercero del mundo en exportación de autogeneradores.
Todo y así, en el 2019, según datos de Red Eléctrica de España (REE), se instalaron en España 4.201 nuevos megavatios (MW) de fotovoltaica. Sumando eólica, solar e hidráulica, España produjo, en el 2020, el 43,6% de toda la electricidad consumida. Todo un récord, pero aún insuficiente.
Nuestro potencial es enorme, pero no nos iría mal aprender de los vecinos nórdicos que, con menos potencial solar, invierten alternativamente a lo grande. Dinamarca tiene previsto construir unas enormes islas artificiales donde producirá energía renovable mediante aerogeneradores, e hidrógeno verde con la energía sobrante. Enorme proyecto gubernamental de parques eólicos que se situará en el Mar del Norte, a unos 80 kilómetros al Oeste de la costa de Jutlandia, con unas 200 turbinas y una superficie de unos 120.000 metros cuadrados en la primera fase del proyecto, con una producción de 5 GW que triplicará a la instalada actualmente.
Además de las dos islas energéticas, se construirá un puerto e instalaciones para el almacenamiento que permitirán, en esta primera fase, generar energía para unos 3 millones de personas. Pero prevén alcanzar el objetivo de 12 GW de capacidad y convertirse en exportador de energía renovable hacia los vecinos europeos. La asociación público-privada ha sido la fórmula para impulsar esta iniciativa que colocará al país en el rumbo de reducir en un 70% sus emisiones contaminantes para el año 2030, comprometiéndose a eliminar por completo la extracción de gas y petróleo del Mar del Norte para el 2050.
Será difícil encontrar un modelo de sana cooperación para sumar sinergias mientras una gran parte de nuestros políticos sigan creyendo que el enfrentamiento y la disputa son la mejor estrategia para sus intereses parciales. España tiene una riqueza en diversidad como pocos países en esta antigua Europa, pero la vieja política persiste en entender esto como una debilidad más que como una fortaleza, esforzándose por presentarlo como amenaza para la unidad de España en vez de aceptar y aprovechar las diferencias, aunque eso implique precisamente dividirla.
La sostenibilidad es una oportunidad para cambiar el modelo industrial y económico de este país y, la diversidad debería ser también una fortaleza en su estrategia. Las baterías son un negocio incipiente en el que quizás ya deberíamos haber entrado, pero no es el único en la galaxia de alternativas sostenibles que necesitamos para el mix energético del futuro. Hay mucho más pastel que generar y compartir.
Los parques fotovoltaicos para que el sol atraiga más voltios que turistas, la energía eólica que sopla cada vez más competitiva, la incipiente producción de hidrógeno verde con sus corredores de distribución y almacenaje, el potencial que supone disponer de 8.000 kilómetros de costa, los combustibles no fósiles o las necesarias baterías alternativas ante la limitada existencia de litio y otros minerales escasos. El ineludible negocio del reciclaje y la reutilización… Pero, sobre todo, el impulso imprescindible a la innovación y al aprendizaje para que todo cristalice en un en un futuro exitoso, distribuido y reorganizado.
Hay suficientes alternativas y oportunidades para jugar en modo cooperación y dibujar una estrategia de pluralidad potente, ordenada y win to win. El problema es si esta generación de políticos que quieren gobernarnos, pugnando por tener la razón aún a costa de sacrificar la verdad, sabrá poner primero lo primero y desenredarse del pifostio en el que nos tienen a todos prisioneros. Solo desde otra actitud y enfoque político seremos capaces de desafiar al futuro con energías positivas.