Bajo el título: “Disrupción marítima y perspectivas globales” en el SIL se analizará la situación marítima actual que establecerá un debate para estimar los escenarios futuribles que se pueden abrir a partir de la disrupción actual. Para hablar de esta cuestión de máxima actualidad colaboran en este monográfico: Albert Oñate, General Manager de Cosco Shipping Lines Spain, Enric Ticó, presidente de FETEIA-OLTRA, y Víctor Humbert y Guillem Sardañés,
CEOs de eGlobe.
El endurecimiento de las restricciones contra el Covid-19 en China, y concretamente en la ciudad portuaria de Shanghai, ha provocado grandes congestiones y retrasos en el primer puerto del mundo, donde los buques no pueden realizar las operativas de carga y descarga. A su vez, los confinamientos en el país asiático han provocado una enorme escasez de mano de obra para la carga y descarga de buques, e incluso de mano de obra para el transporte de las mercancías al muelle, lo que ha supuesto un grave riesgo y una pesadilla para la cadena logística mundial.
Los abruptos cierres de los principales puertos base de Asia, como el ya citado puerto de Shangai, o los de Ningbo y Yantian, han afectado a las cuentas de resultados de las compañías, generando, además, una enorme congestión de buques a la espera de ser atracados y descargados. Dicha situación, según Albert Oñate, General Manager de Cosco Shipping Lines Spain, ha supuesto una importante reducción de la actividad económica, ya que las líneas de producción también se ven afectadas, principalmente por la falta de personal. Así, la reducción de la actividad en los propios recintos portuarios, ha provocado que cientos de buques estén esperando a que su mercancía esté lista para ser transportada o que otros, directamente, se salten las escalas, lo que constituye una “enorme anomalía”.
¿Cuando se podrá retomar la actividad? Es una gran incógnita, aunque Oñate señala que esperan que “no tarde demasiado”. No obstante, indica que, una vez que se recupere la normalidad, se producirán efectos inmediatos que repercutirán en los puertos europeos y americanos, ya que el retorno de la productividad desencadenará una avalancha de carga pendiente de enviar a los centros de consumo europeos y de otros países y acabará trasladando la congestión al conjunto de estos puertos.
Como consecuencia de esta situación, además de la creciente deslocalización, las navieras se podrían replantear un cambio en sus rutas comerciales, a lo que Oñate señala que “nosotros seguimos donde está el cliente y estamos a su lado para atender las necesidades que pueda tener”. Sin embargo, recuerda que “el tiempo de reacción para la construcción de un buque, e incluso de una terminal de contenedores, es muy alto y adicionalmente conlleva un largo periodo de licitación”. Si se produce un proceso de deslocalización, que en realidad ya se está produciendo desde hace algunos años en países como Turquía o Marruecos, “las navieras no están preocupadas porque, en definitiva, no afectaría al suministro”.

La alteración en la cadena de suministro mundial que se está viviendo en estos últimos años, ha tenido su origen en la pandemia del Covid-19, aunque a ello hay que sumarle otros factores, como el inesperado aumento del consumo, la falta de personal y de transportistas que, en conjunto, ha llegado a provocar una enorme escasez de contenedores. En este sentido, Oñate destaca que las navieras llevan sufriendo este problema desde antes del inicio de la pandemia. También rememora la congestión de los puertos americanos del año 2021, e indica que se duplicó el ciclo habitual de transporte y vaciado del contenedor, “un factor que afectó mucho a la disponibilidad”.
No obstante, recuerda que en el último año se construyeron numerosas unidades de contenedores, pero asegura que “mientras persista la situación de congestión en los puertos, seguiremos con escasez”.
“Los costes de los fletes, para el año 2023, irán a la baja”.
Estas circunstancias han hecho que los fletes de las navieras aumenten, lo que Oñate califica como un desajuste entre la demanda y la oferta disponible: “Al dispararse los bienes de consumo, se dispara la demanda de transporte”. Cuando el sistema portuario no puede soportar todo este aumento del tráfico de mercancías, debido a la congestión de la fachada del puerto y de la fachada interior, que no puede manejar todas las mercancías, dicho desajuste “provoca la falta de espacio y de contenedores”. Otro factor a tener en cuenta es “el incremento de los costes portuarios en su conjunto”. No obstante, indica que “los costes de los fletes, para el año 2023, irán a la baja”.
Frente a esta congestión, muchos actores de la cadena logística se han visto obligados a buscar rutas comerciales alternativas al mar, optando por el ferrocarril, el cual ha sido fundamental para garantizar la movilidad de las mercancías durante la pandemia. Según Oñate, el ferrocarril es un mercado eficiente, aunque señala que, en la actualidad y debido a la guerra que se está produciendo en Ucrania, la cuota se ha reducido notablemente por el temor de los clientes a que su mercancía pueda detenerse en países como Rusia o Bielorrusia, ya que los trenes que parten de Europa, pasan por dichos países. En todo caso, dice Oñate, “el ferrocarril es otro complemento, aunque hay que tener en cuenta que la capacidad de este medio de transporte es limitada”.

En consonancia con el aumento del comercio internacional, la demanda de transporte marítimo en el 2021 creció de forma significativa. Las navieras, desde el segundo semestre del 2020 hasta la fecha, anunciaron récords históricos en sus cierres económicos, motivado por el hecho de que todas las principales economías del mundo experimentaron un incremento en sus importaciones y exportaciones. Conviene añadir que este medio de transporte representa el 75% de todo el comercio mundial. Frente a esta situación, Oñate apunta que se trata de un sector que está en constante evolución y que se ha ido adaptando a los nuevos retos que se han ido presentando, indicando, por ejemplo, que actualmente, debido a la crisis energética, “se están empezando a fabricar nuevos buques para el transporte de gas o petróleo”. “El transporte marítimo no ha llegado a su punto álgido, el sector aún tiene mucho camino por recorrer”, concluye.