Esperar o no esperar, una cuestión del siglo XXI

Consuelo Giménez

National Sea Freight Manager de Transglory

La disrupción producida por la pandemia en las cadenas logísticas ha hecho que para nosotros esperar vaya más allá de las colas que nos toque hacer en tiendas y supermercados, esperar se ha convertido, casi, en nuestra filosofía de vida. Y digo casi, porque en realidad no te puedes permitir esperar. Debes actuar y hacer una lectura aún más profunda del mercado para ofrecer nuevas soluciones y alternativas a los clientes.

Hay muchas frases y palabras que han cobrado especial relevancia en los últimos dos años. Expresiones como “cuando todo esto pase” o “la nueva normalidad” entraron a formar parte de nuestro día a día igual que todo tipo de conceptos sobre virología y epidemiología. Otro concepto, aunque no nuevo, que se ha instalado en nuestras vidas es el de la espera. Y en un mundo en el que el consumo es cada vez más rápido, fast food, fast fashion, vídeos de 30 segundos en TikTok y entregas en 24h, esperar es algo que casi habíamos olvidado.

Como profesionales del transporte, la disrupción producida por la pandemia en las cadenas logísticas ha hecho que para nosotros esperar vaya más allá de las colas que nos toque hacer en tiendas y supermercados, esperar se ha convertido, casi, en nuestra filosofía de vida. Y digo casi, porque en realidad no te puedes permitir esperar. Debes actuar y hacer una lectura aún más profunda del mercado para ofrecer nuevas soluciones y alternativas a los clientes. 

Nuestro principal objetivo, como consolidadores neutrales, es ofrecer el mejor servicio posible a nuestros clientes y esto significa adelantarnos a sus necesidades. La agilidad ha sido siempre una de nuestras capacidades distintivas, pero en un ambiente tan incierto como el actual se ha vuelto todavía más imprescindible, ya sea adaptando nuestra oferta creando una ruta de LCL rail de China a España para evitar las congestiones en los puertos chinos o estando atentos a la posibilidad de nuevas rutas comerciales como consecuencia del proceso de regionalización de las cadenas de suministros, puesto en marcha para hacer frente y disminuir los efectos de una nueva disrupción a escala global. 

La agilidad ha sido siempre una de las capacidades distintivas de los consolidadores, pero en un ambiente tan incierto como el actual se ha vuelto todavía más imprescindible

Otra de las tendencias que estamos viendo de cara al 2022 es la apuesta cada vez mayor por el transporte aéreo para reducir tiempos de espera y ganar en inmediatez. Según datos de la IATA, el volumen de carga aérea ha aumentado un 19,3% en septiembre del 2021 comparado con las cifras del mismo periodo en el 2019, y con la subida de los fletes marítimos la diferencia de precio ha dejado de ser un factor relevante en comparación a la rapidez de las entregas. Por eso estamos viendo que navieras como CMA CMG o Maersk han decidido adentrarse en el mundo del transporte aéreo, un factor cambiante a corto plazo al que tendremos que estar muy atentos y para el que tendremos que adaptarnos todos.

Y por supuesto no podemos olvidarnos de la tecnología. Los avances tecnológicos han permitido optimizar la cadena logística durante años y ahora debemos seguir apostando por ellos si queremos conseguir un supply chain flexible y trazable que permita adaptarnos con rapidez a las necesidades del mercado actual. Nos encontramos en un momento en el que las capacidades técnicas nos permiten una visibilidad de la cadena de suministros como jamás la habíamos tenido y debemos ser capaces de sacarle el mayor provecho mediante la comunicación y coordinación entre todos los involucrados. 

Otra de las tendencias que estamos viendo de cara al 2022 es la apuesta cada vez mayor por el transporte aéreo para reducir tiempos de espera y ganar en inmediatez.

Pero mientras que por una parte todo el mundo quiere que sus paquetes y sus compras lleguen lo más rápido posible, por otra nos encontramos con que sí existe una voluntad de espera si es en nombre de la sostenibilidad. 

El cambio climático es una realidad a la que no podemos cerrarnos, ni como personas ni como profesionales. La adaptación por parte del sector a las nuevas políticas de descarbonización y emisiones cero no va a ser fácil y supondrá, en sí misma, un nuevo reto. Y es que la sostenibilidad no solo pasa por una adaptación de los vehículos y buques, convirtiéndolos en elementos no contaminantes, también puede afectar a las propias empresas y fábricas (como hemos visto en China) y, como decíamos, a los tiempos de entrega. Desde obligar a los buques a reducir su velocidad a la cada vez más extendida “unificación” de los paquetes, con la que el consumidor recibe todas sus compras de una misma compañía a la vez; alargando quizá el tiempo de espera, pero disminuyendo los viajes del transportista, así como los materiales, plástico o cartón, usado en el packaging. 

Los avances tecnológicos han permitido optimizar la cadena logística durante años y ahora debemos seguir apostando por ellos si queremos conseguir un supply chain flexible y trazable

Sabemos que los consumidores, o al menos una gran parte de ellos, están dispuestos a aceptar las consecuencias de este cambio hacia la sostenibilidad, sea un mayor tiempo de espera o un aumento en el precio final de los productos, y por eso, como con todo, debemos actuar en consecuencia, adelantarnos y ser los primeros en adaptarnos a lo que va a venir. 

No podemos decir con seguridad cuándo volveremos a unos tiempos de espera postpandemia. Hay quién dice que puede que tras el año nuevo lunar chino, hay quién dice que hasta el 2023 nada, pero lo que sí creo es que el sector del transporte no volverá a ser como antes. Recuperaremos unos tiempos de entrega similares a los anteriores, e incluso puede que los mejoremos, pero lo haremos mediante la adaptación y una respuesta sostenible a las necesidades tanto del mercado como de los clientes y consumidores. 

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