Francia estudia implantar una regasificadora flotante en el puerto de Le Havre

La emergencia energética provocada por la guerra en Ucrania, el veto al comercio con Rusia y las reacciones de este país, amenazando con “cerrar el grifo del gas” a los países occidentales está llevando a los gobiernos a tomas medidas rápidas, pero no inmediatas, en materia de suministro de energía.

El gobierno de Elisabeth Borne valora instalar una regasificadora flotante

En este contexto, Francia valora la instalación de una planta regasificadora flotante de GNL (FRSU) en el puerto de Le Havre y para ello, el Gobierno de Elisabeth Borne ha introducido un nuevo debate en la Asamblea Nacional, dentro de la Ley para mantener el poder adquisitivo de los hogares basada en un “escudo arancelario”, para simplificar y agilizar al máximo la instalación de una de estas infraestructuras. El debate está servido pues frente a la consigna de “ante circunstancias excepcionales, medidas excepcionales” propuesta por el Ejecutivo, los movimientos ecologistas y los partidos de izquierda se muestran totalmente en contra.

La instalación no estaría operativa antes del otoño del 2023 y tiene en contra a los movimientos ecologistas

Un proyecto de este tipo, en tiempos normales, significaría la obligación de realizar un largo y costoso estudio medioambiental, que ahora podría verse suprimido. También se pasarían por alto las alegaciones de los municipios y particulares afectados por el paso de los nuevos gaseoductos, así como se prevé el levantamiento provisional de los estudios previstos en lo relativo a conservación de los yacimientos arqueológicos.

A pesar de la premura en los plazos y los buenos deseos, la instalación no podría entrar en funcionamiento hasta el otoño del 2023, como pronto. Este es uno de los argumentos esgrimidos en contra. Además, los ecologistas, por boca de Greenpeace, consideran peligroso conceder una cuota tan alta de dependencia a la firma concesionaria (TotalEnergies) y creen que se abriría así la puerta a la llegada del gas norteamericano procedente del esquisto (fracking), una actividad prohibida en Francia.

El 10% del consumo de gas en Francia

El proyecto a estudiar se basa en amarrar, en uno de los muelles del puerto normando, un buque gasero al que se incorpore la maquinaria necesaria para la regasificación del GNL. Así, los buques cisterna atracarían a su lado y trasvasarían su carga a esta “nodriza”, que realizaría la conversión del gas líquido a gaseoso y lo inyectaría en la red de consumo.

Francia estudia implantar una regasificadora flotante en el puerto de Le Havre.
Instalación de FRSU

La nueva terminal flotante podría llegar a recibir y distribuir hasta 3,9 millones de toneladas anuales de GNL, suficientes para cubrir el 10% de consumo francés de gas. Completaría el mapa de regasificadoras en tierra de las que el país vecino dispone de una en Dunkerque y otra en Montoir-de-Bretagne, ambas en el Atlántico, a las que se suman las dos de Fos-Sur-Mer (Fos-Tonkin y Fos-Cavaou) en el Mediterráneo. En la actualidad todas ellas han incrementado su capacidad de producción y distribución, pero siguen siendo insuficientes para atender el consumo habitual de las industrias y los hogares galos.

La nueva regasificadora se otorgaría a la compañía TotalEnergies por una cuestión práctica: en la actualidad no hay más de medio centenar de buques gaseros que, por su tamaño y configuración, sean capaces de ser transformados en regasificadoras flotantes. De ellos, la mayoría están charteados con contratos a largo plazo, por lo que el número de unidades candidatas se reduce a una docena. TotalEnergies dispone de dos de estos buques y es una compañía francesa, por lo que sería más fácil de conseguirlos dentro de la carrera mundial por hacerse con una de estas unidades. En estos momentos, uno de ellos se encuentra operando en China, mientras que el otro se ha comprometido para este mismo fin en algún puerto alemán, cubriendo el 5% de las necesidades de GNL germanas.