
Edouard Chabrol
CEO de Cubyn
El último trayecto que realiza un paquete antes de llegar a su destino, conocido como “la última milla”, es uno de los pasos más importantes en la gestión de una empresa de transporte y logística. Al reto de satisfacer al cliente en la mayor brevedad de tiempo y a la vez ajustar los costes, se une desde hace unos años la capacidad para hacerlo más sostenible.
A ello se suman otros factores como el aumento de la población en las ciudades y su mayor congestión en cuanto al tráfico, el imparable crecimiento del comercio online, que se disparó en la pandemia y su volumen no ha disminuido, y las cada vez más exigentes demandas de los clientes, que además de envíos gratuitos, los reclaman casi de manera inmediata y con una flexibilidad de horario.
Las entregas de última milla en zonas urbanas no van a dejar de crecer. Un estudio del Foro Económico Mundial calcula que aumentarán en más de un 30% para el 2030 en las cien principales ciudades del mundo. Y ese aumento lleva implícito el consiguiente incremento de la contaminación por las emisiones de CO2, que los pronósticos sitúan en los 25 millones de toneladas para ese mismo año, del que sólo nos separan 7 años.
El reto que tenemos por delante en este sentido es importante y ya se están dado pasos para reducir esas emisiones desde el sector y contribuir a la sostenibilidad del planeta. Muchas empresas de transporte y logística han instalado taquillas inteligentes tanto para la entrega como para la recogida de paquetes y hay incluso herramientas digitales que mejoran la gestión de las entregas y las cargas de los vehículos. Correos, por ejemplo, cuenta con 1.300 vehículos eléctricos, y tiene instaladas más de 5.000 taquillas de este tipo para enviar, recoger o devolver paquetes.
Además y para evitar el coste que suponen las entregas fallidas, una de las iniciativas que mejor está calando en la sociedad y entre las empresas del sector son los puntos de conveniencia o tiendas de barrio, donde reciben el paquete y avisan al cliente para que éste lo recoja cuando mejor le cuadre dentro del horario del establecimiento en cuestión.
Otras de las iniciativas que ya se llevan a cabo pasan por la instalación de “hubs urbanos”, almacenes reducidos y ágiles en los centros urbanos, la digitalización de las zonas de carga y descarga, los sistemas de medición de la conducción y rutas de reparto, la electrificación de las flotas o incluso la distribución nocturna, que supone reducir la emisión de CO2 y disminuir los tiempos de reparto y los costes de transporte.
Implicación de las ciudades en el proceso de cambio
Sobre la mesa hay propuestas que plantean la opción de realizar las entregas de la última milla en transporte público. Pero la implicación de las ciudades también es fundamental. De momento en España no hay un plan global para abordar este planteamiento, ciudades como Madrid apuestan por incentivar el cambio de tecnología en los vehículos o la carga y descarga inteligente, Barcelona tiene previsto subvencionar proyectos que faciliten el uso de la bicicleta en el reparto de última milla y Málaga ha desarrollado centros urbanos de distribución ecológica que utilizan la red de aparcamientos de la ciudad para la distribución de mercancías, optimizando así costes y tiempo en la entrega.
Los expertos apuntan al embalaje como otro de los puntos clave para conseguir un plan logístico más ecológico y sostenible. El problema es que la mayoría de los productos que entregamos como empresa o recibimos como clientes están “sobreempaquetados”, pero esto es algo que tiene fácil solución, con pequeños pasos como minimizar el espacio vacío en los paquetes y adaptar mejor el embalaje para cada pedido o reduciendo los plásticos, utilizando más cartón y residuos reciclables, algo en lo que se trabaja desde hace años de forma positiva.
En definitiva de lo que se trata es de abordar la posibilidad de establecer una estrategia global a favor de la sostenibilidad en todo el recorrido de la cadena logística y haciendo un mayor hincapié en la última milla. Todo lo que se pueda aportar para ayudar a reducir la huella de carbono ligada a esta parte del funcionamiento de una sociedad sin duda repercutirá no solo en su bienestar, sino en el de todo el planeta.