La bola de cristal

Fina Jarque

Directora Corporativa de CIMALSA

Nuestra bola de cristal deja entrever las dudas, las incertidumbres. Pero también la capacidad de empresas y profesionales para adaptarse al cambio. Un cambio que ha empezado y no tiene más freno que los imponderables

Estos últimos días y en diferentes foros, presenciales y telemáticos (he aquí un comentario que hace unos meses era innecesario), hemos hablado de perspectivas, de planificación, de futuro, al fin y al cabo. Y si le pones un número a ese futuro, por ejemplo, el 2021, las miradas son de sorpresa.

Porque para muchas empresas y profesionales, el futuro es este mismo mes, cuando desconocen qué pasará y qué medidas adoptar para finalmente responder al cliente final, el consumidor. Porque si algo deberíamos poder saber, es cuál será el comportamiento del consumidor, un comportamiento que analizado hoy responde en gran manera a lo acontecido este 2020. Y no sabemos si se consolidará, aunque intuimos que en gran parte será así.

Y si la Administración, la regulación y la ley casi siempre son reactivas y no proactivas, en el entorno actual aún se evidencia más.

Complicada situación para una actividad la logística que representa en Catalunya el 13,9% del PIB, que mueve más de 425 millones de toneladas y ocupa cerca de 130.000 personas.

Así que nos vamos a convertir en pitonisas y a mirar a través del cristal. Y empezaremos por lo más evidente: las cadenas logísticas llegarán al consumidor final, deberán incorporar plataformas de distribución en trama urbana, capaces de dar respuesta a los nuevos paradigmas: dejemos de hablar de comercio electrónico como una modalidad de venta: el consumidor pide que cualquier bien o servicio le sea entregado en domicilio. Sólo la innovación y las nuevas tecnologías permitirán dar respuesta a los requerimientos del consumidor sin colapsar el sistema, debería hacerse respetando a todos los sectores económicos, creando plataformas colaborativas que garanticen la existencia, y la coexistencia, de vendedores y compradores.

No sólo se necesitan grandes plataformas de venta en línea, expertas en consolidar y distribuir miles de productos diversos a miles de consumidores finales. Estas grandes plataformas deben coexistir con centros urbanos de distribución, más eficaces y sostenibles, y con plataformas tecnológicas que permitan la distribución desde el comercio minorista al consumidor final.

Y no olvidemos que el consumidor final que pide bienes y servicios en su domicilio, no sólo vive en los grandes núcleos urbanos. Las nuevas formas de trabajo, el teletrabajo, ha reducido el radio de acción del consumidor, domicilio y oficina se aproximan entre sí, y se alejan de las ciudades. Reequilabraremos el territorio, aumentaremos la presión sobre el transporte y la distribución. Un reequilibrio que generará nuevos servicios para responder a las nuevas necesidades, mayor conectividad, más oportunidades.

Y si éste es el modelo, necesitamos una fuerte inversión en innovación y digitalización (análisis de datos, definición de algoritmos, interconexiones digitales, cadenas de bloques…), pero también un esfuerzo por parte de las administraciones para armonizar y flexibilizar sus normativas y reglamentaciones, que no han de pasar por una dejación de funciones, sino por la incorporación de nuevos marcos de referencia.

Y seguimos haciendo un zoom sobre nuestra bola. Y aparece el color verde. Sostenibilidad. Ninguna solución que se adopte en los próximos meses, ni tan sólo ahora, podrá ignorar una realidad: debemos preservar el entorno. Están en los medios términos como la acción climática, la Agenda 2030 para el desarrollo sostenible, ODS, transición energética. Conceptos que indefectiblemente deben incorporarse en los planes empresariales, y en particular en un sector como el del transporte y la logística, con un fuerte peso para garantizar un desarrollo sostenible. Transporte, logística y movilidad. Movilidad sostenible, vehículos menos contaminantes, utilización de energía renovable y combustibles no contaminantes. En la última milla, y en la larga distancia. Bicicletas eléctricas de carga, y el ferrocarril como medios de transporte estrella. El camión será el nexo, pero deberá también ser más eficiente en términos energéticos.

La apuesta por el ferrocarril ha de ser firme, disponer de terminales estratégicas en el territorio que permitan elevar las cifras de penetración, una mejor red ferroviaria. Las cifras nos muestran un aumento en la mercancía gestionada por el sistema ferroviario en los últimos años, especialmente por parte de los operadores privados, con una cuota de mercado del 5% en el Estado español, de un 6,6% en Catalunya, muy lejos todavía del 20% en Alemania.

Y respecto a la ciclologística, estos días se ha puesto de relieve la falta de vehículos para abastecer la demanda. La falta de plantas industriales en territorio español, una producción mayoritaria en el mercado asiático y plantas de montaje en diferentes países europeos, quizás estén poniendo de relieve un nuevo nicho de mercado. No para hacer bicicletas, que también, sino posicionamientos para acercar la industria a los centros de consumo. Producción, distribución, consumo son las paradas de una cadena que debe dar respuesta a los déficits que el 2020 ha puesto sobre la mesa: falta de suministros, políticas de just in time asociadas a la producción y el almacenaje, abastecimiento social. Es un buen momento para releer y redefinir procesos.

Y el verde de nuestra bola de cristal se convierte en violeta, y en azul, rojo, amarillo. Porque si la sostenibilidad formará parte del ideario, también lo será la igualdad, la igualdad de oportunidades, la justicia social, la presencia clara de las mujeres en las estructuras directivas de las empresas

Ya se está haciendo. Nuevas iniciativas empresariales alrededor de la logística y el transporte. Iniciativas que ponen de relieve la capacidad innovadora de nuestro país. Sólo un dato, el año 2019 identificamos más de 350 startups en áreas tan diversas como relacionadas entre sí: plataformas de comercio electrónico, urbanismo o movilidad.

Y el verde de nuestra bola de cristal se convierte en violeta, y en azul, rojo, amarillo. Porque si la sostenibilidad formará parte del ideario, también lo será la igualdad, la igualdad de oportunidades, la justicia social, la presencia clara de las mujeres en las estructuras directivas de las empresas. Nuestro sector no es tradicionalmente femenino, gran parte de los puestos de trabajo que fácilmente se reconocen, se asocian al género masculino: el camión, la carretilla, el almacén. Tópicos. Romperemos techos de cristal, podemos y debemos estar presentes en todos los niveles organizativos.

Y para ser efectivamente más sostenibles, en un entorno competitivo y de bajos márgenes económicos, será necesario establecer mayor cooperación empresarial. Sustituir competencia por cooperación, favorecer el uso de espacios compartidos, transporte multicliente, la cadena de transporte como la suma de modos. Maximizar la eficacia de las inversiones futuras, evitar la redundancia en entornos escasos.

Porque debemos prepararnos para afrontar nuevos retos. Porque indudablemente nuestra economía empezará a dar signos claros de recuperación en los próximos meses, posiblemente el segundo semestre del 2021. Porque los índices norteamericanos y asiáticos muestran niveles pre-pandémicos, y actúan como barómetro. Las decisiones se han de tomar a corto plazo.

Nuestra bola de cristal deja entrever las dudas, las incertidumbres. Pero también la capacidad de empresas y profesionales para adaptarse al cambio. Un cambio que ha empezado y no tiene más freno que los imponderables. Imponderables que nos obligaran a reinventarnos de nuevo.

Y no necesito mirar nuestra bola para afirmar que desde CIMALSA, empresa pública adscrita al Departament de Territori de la Generalitat de Catalunya, estará al lado del sector, de sus asociaciones, empresas y profesionales. Impulsando proyectos logísticos intermodales, como el LOGIS Empordà o Montblanc, o el desarrollo de autopistas ferroviarias. Buscando alianzas con el sector privado y otras administraciones para mejorar la movilidad y contribuir a los objetivos de la Agenda 2030. Mejorando los entornos logísticos que gestionamos, mantener las CIM’s como centrales modelos e identificando nuevas localizaciones. Pensando en un país que está en el mapa, que está en la bola de cristal.

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