La historia del comercio y del transporte se ha ido construyendo en la medida en la que han ido evolucionando los medios que utilizamos para trasladar personas y mercancías. Aquellos primeros navegantes que zarparon desde el continente europeo en búsqueda de nuevas rutas comerciales, serían incapaces de imaginar que siglos después iba a ser posible cruzar el Atlántico por un medio que se desplaza por el espacio aéreo.
En la presente crisis del coronavirus, el transporte aéreo se ha presentado como un elemento relativamente nuevo en este tipo de epidemias, capaz de incidir en el propio desarrollo de la misma y de ofrecer al mismo tiempo soluciones que ningún otro medio de transporte puede proponer. Un elemento nuevo, puesto que las pandemias de los últimos 70 años no permiten ninguna comparación con la actual.
Un factor relativamente reciente y que, al igual que el transporte terrestre o ferroviario, también ha sufrido restricciones durante las últimas semanas. Al mismo tiempo, han sido innumerables los países que han ido prohibiendo los vuelos procedentes desde España.
Con un estado de alarma que se prolongará hasta el 11 de abril (a falta de la aprobación del Congreso), el Gobierno ha intensificado las limitaciones en el espacio aéreo y actualmente tan solo es posible, salvo excepciones, el acceso a aquellos españoles o residentes en España cuyo fin sea el de retornar a su domicilio habitual.
Sin embargo, existe la duda más que razonable de si los diferentes gobiernos irán poco a poco añadiendo nuevas restricciones que deriven en medidas mucho más estrictas que las actuales.
La repatriación de muchos turistas (el Gobierno continúa negociando con diferentes países para repatriarlos) que aún hay dispersos por el mundo se ha convertido en un problema que de alguna manera tendrán que solucionar los diferentes Estados. Para otros la vuelta a casa se ha convertido en toda una odisea y en muchos casos ha supuesto un cambio de planes y un importante desembolso de dinero en la adquisición de nuevos billetes.
Un ejemplo de la dificultad de repatriar a estos turistas se refleja en las imágenes que nos han llegado desde Ecuador. Una maraña de vehículos colocados a conciencia en las pistas del aeropuerto de Guayaquil impidió el aterrizaje de dos aviones procedentes de Europa. Sendos aviones tenían como objetivo recoger a ciudadanos españoles y holandeses para traerlos de vuelta a sus respectivos países. Se trata de una buena representación de la “psicosis aérea” de estos últimos días.
Ante este escenario y en vistas de una crisis en el sector sin precedentes, la mayoría de aerolíneas han comenzado a tomar decisiones. Iberia comunicó el 19 de marzo la presentación de un Erte que afectará hasta un total de 14.000 empleados.
Lufthansa, el mayor holding de aerolíneas de Europa, ha cancelado durante estos días casi el 95 por ciento de sus vuelos, dejando completamente parados casi 700 aviones, la mayor parte de su flota. El presidente del Lufthansa, Carsten Spohr, ha manifestado al respecto que el sector no sobrevivirá sin ayudas del estado.
Una postura que también comparte la Asociación Internacional del Transporte (IATA), quien estima que las compañías del sector deberán recibir ayudas de hasta 200.000 millones de dólares para salvarse de los efectos negativos del coronavirus.
Al mismo tiempo, las aerolíneas han comenzado a recibir quejas de los pasajeros que han visto cómo sus vuelos se cancelaban. Algunas compañías solo permiten hasta el momento el cambio de fecha de los vuelos, por lo que recuperar el dinero invertido a corto plazo parece una tarea complicada. Algunos servicios de atención al cliente de las aerolíneas han quedado totalmente colapsados.
El transporte aéreo, también parte de la solución
Los virus y pandemias siempre han tenido en la tecnología, en este caso la referente a los medios de transporte, como un aliado especial para propagarse por el mundo. La peste negra del siglo XIV consiguió extenderse por el planeta con la ayuda “inestimable” de los barcos.
Con un tráfico aéreo marcando máximos históricos y que facilita el transporte de personas de una parte del globo terráqueo a otra en menos de 24 horas, no parece descabellada la reflexión de que el Covid-19 ha estado también viajando durante las últimas semanas e incluso meses.
Sin embargo, durante los últimos días hemos podido comprobar como el transporte aéreo puede ser parte de la solución para aquellos casos en los que se requiere el transporte de mercancías con carácter de urgencia.
El pasado martes llegó al aeropuerto de Zaragoza, procedente de Shangai, un total de 500.000 mascarillas, unas provisiones sin duda necesarias ante el déficit de este tipo de material en hospitales de todo el país. Se trata de mascarillas donadas por la Fundación Alibaba.
Durante esta semana también se ha conocido que dos aviones del ejército del aire volarán a China con el fin de recoger material sanitario. En Castilla y León está previsto que llegue durante esta semana material con el que aprovisionar a los hospitales de la comunidad, mientras que la Junta de Andalucía ha acudido al mercado chino y espera provisiones que llegarán mediante transporte aéreo.
La Comunidad de Madrid también ha contratado dos aviones con material sanitario para reforzar sus hospitales mientras que la Comunidad Valenciana ha anunciado que el 24 de marzo llegarán procedentes de China dos aviones con material de protección dirigido a los profesionales sanitarios.
La ciudad de Wenzhou ha propuesto a la ciudad de Alicante, con la que se encuentra hermanada, el envío aéreo de mascarillas, respiradores y trajes de protección. La iniciativa se encuentra a la espera del visto bueno de gobierno de España.
El transporte aéreo se presenta, en una semana clave en la que se prevé un aumento del número de hospitalizaciones y el posible desborde de algunos servicios, como el principal aliado para transportar material sanitario. Un transporte que ofrece una celeridad que ningún otro medio puede proponer.