La logística no está reñida con la sostenibilidad. El cuidado al medio ambiente no implica perder rentabilidad.
Según el Informe Mundial de las Ciudades elaborado por la ONU, en un cuarto de siglo, el 68% de la población mundial vivirá en ciudades. Cerca de 2.200 millones de personas aumentarán la cifra total de habitantes de los entornos urbanos, planteando con ello un nuevo paradigma para el cual, en este punto, hay más preguntas que respuestas.
En el 2021, tal y como recoge el informe, se alcanzó un hito histórico: las urbes pasaban a congregar al 56% de la población. Lo que era considerado una previsión de fenómeno demográfico – el éxodo rural – se ha consolidado como una realidad ante las expectativas de los habitantes de aumentar su calidad de vida.
Así, desde que en el 2007 se diera la circunstancia de que, por primera vez, la población urbana superara a la rural, el futuro parece apuntar hacia un mundo con predominancia de las ciudades.
No obstante, aprendiendo de los errores cometidos en el pasado, donde las regiones receptoras se mostraron incapaces de absorber toda esta población en las condiciones adecuadas, la ONU ya ha lanzado un aviso: las metrópolis deben comprometerse y trabajar por un nuevo concepto de vida urbana.
Apodado de diversas formas – englobadas bajo la noción de Smart City -, este nuevo modelo busca minimizar las externalidades negativas derivadas del fenómeno demográfico, que augura una peor calidad del aire y una mayor congestión en las ciudades.

El desafío de la última milla
Y es que, paralelo a este fenómeno, la sociedad y la economía están siendo testigos de otros cambios de paradigma como el boom del ecommerce. Esta forma de consumo, alentada por la crisis sanitaria del 2020, ha pasado a ser el formato de compra preferente de miles de personas en un corto periodo de tiempo.
En este mismo margen temporal cada eslabón de la cadena de suministro ha tenido que adaptar sus recursos e infraestructuras, tratando de dar respuesta a las nuevas demandas.
Producto de esta adaptación, las ciudades han sido testigos del nacimiento de nuevos tejidos logísticos que, en ocasiones, han agravado problemas preexistentes, como la última milla.
La estrecha relación del real estate logístico con la economía, la sociedad, la administración pública y el sector privado le han brindado una visión 360º del estado, necesidades y capacidades de cada eslabón, permitiendo que su evolución haya sido beneficiosa para todos.
Se estima que para el 2030 las entregas urbanas aumenten un 36% en las 100 principales ciudades del mundo. Estos datos, obtenidos del Foro Económico Mundial, señalan también que, con el incremento de los vehículos de entrega en las ciudades, las emisiones podrían alcanzar los 25 millones de toneladas de CO2 emitidas anualmente, alzándose así el tráfico en un 21%, el equivalente a añadir 11 minutos al trayecto diario de cada pasajero.
Precisamente es ante este tipo de pronósticos dónde el compromiso planteado por la ONU cobra más sentido. Solo en España, los actuales modelos de movilidad suponen un coste económico equivalente al 2% del PIB a consecuencia de, entre otros factores, el tiempo productivo perdido en atascos y su impacto medioambiental.
Smart city
Ante este escenario, una de las estrategias que más peso han adquirido en los últimos tiempos responde al planteamiento compartido por las ciudades inteligentes: el cambio debe generar entornos eficientes, interconectados, seguros y sostenibles.
Sin embargo, siendo realistas, buscar solucionar los problemas del presente en clave de futuro es como empezar a construir la casa por el tejado. Sin pilares, sin vigas, sin una base adecuada sobre la que trabajar, no se puede asegurar la integridad de esta iniciativa.
Naciones Unidas indica que todas las regiones del mundo se urbanizarán más, pero prevé que la población urbana de aquellas más desarrolladas se estabilice o incluso disminuya. Esto abre un mundo de infinitas posibilidades ante aquellas comunidades que prevén crecer y posiciona a las grandes ciudades como el ejemplo a seguir.

Es ahora cuando se puede demostrar, por ejemplo, que la logística no está reñida con la sostenibilidad y que el cuidado al medio ambiente no implica perder rentabilidad. Los modelos se están redefiniendo para abarcar tantos prismas como sea posible, haciendo frente a múltiples desafíos a través de una visión común.
Un claro ejemplo de este nuevo paradigma se puede apreciar en la inmologística, una industria tradicionalmente relegada a la periferia de las ciudades, asociada al ruido de camiones y al humo de los tubos de escape que, en los últimos años, ha conseguido abandonar su imagen de ‘mal necesario’.
La estrecha relación del real estate logístico con la economía, la sociedad, la administración pública y el sector privado le han brindado una visión 360º del estado, necesidades y capacidades de cada eslabón, permitiendo que su evolución haya sido beneficiosa para todos.
La inmologística, una industria integrada con el entorno y sus comunidades
Conceptos como ESG, siglas de las que GLP como líder inmologístico es precursor, cada vez están más presentes en los nuevos desarrollos industriales. Y es que la responsabilidad y el impacto de estos bienes inmuebles han hecho necesario evaluar su papel dentro del plano medioambiental, social y de gobernanza.
Oaxis va a ser un referente de parque sostenible con una certificación Breeam Excellent en todos sus edificios siendo el primer parque logístico diseñado con criterios Well.
Es, precisamente, este continuo aprendizaje el que ha permitido que la inmologística pase a ser una industria integrada con el entorno y sus comunidades. Una nueva situación que ha facilitado la aparición de fórmulas más afines a las necesidades de las ciudades del futuro.
Así, la flexibilización de la cadena de suministro está demandando centros logísticos muy adaptables lo más cerca posible del consumidor, en los cuales se puedan realizar tareas complementarias de picking, ensamblajes o paquetización bajo un entorno de alto componente de automatización y sostenibilidad. Estos se combinan con otros de mayor superficie, conocidos como Big Box o reguladores, a una mayor distancia del centro de la ciudad o consumidores, pero que también juegan un papel fundamental en la provisión al consumidor, y en la nueva gestión de stocks creada por las incertidumbres que la pandemia y las crisis de producción y entregas han puesto en juego en los últimos años.
Estas naves abastecen a los almacenes de última milla para comercio electrónico o alimentación, posibilitando el uso de alternativas menos contaminantes que el tráiler, como los vehículos eléctricos, capaces de responder al desafío de la DUM y acercando a la cadena de suministro a los requisitos de la smart city.

Oaxis, proyecto logístico referente a nivel nacional y europeo
La conjunción de estas nuevas necesidades da sentido a proyectos como nuestro parque logístico Oaxis, en Madrid, situado a 9 kilómetros de la Puerta del Sol y con una gran superficie que permite cualquier tipo de configuración de almacén bien sea para distribución last mile, combinación producción-distribución o incluso regulación, encontrándose en un entorno privilegiado dada su inmejorable conectividad con la red urbana y la red nacional de carreteras.
Oaxis va a ser a su vez un referente a nivel nacional y europeo de parque sostenible con una certificación Breeam Excellent de todos sus edificios, contando con una zona donde los trabajadores disfruten de un entorno agradable y saludable – siendo el primer parque logístico diseñado con criterios Well – y unas instalaciones que también permitan a la comunidad local beneficiarse ya no solo de los empleos sino también de instalaciones colectivas de restauración, producción y carga de energía sostenible, y mejora del entorno.
Solo de esta forma, como ha demostrado la inmologística, a través de un profundo conocimiento de la situación del macro y micro entorno y, sobre todo, de las capacidades y los recursos de los que se disponen, es posible cimentar adecuada y progresivamente un sistema que garantice los flujos sociales, económicos y medioambientales actuando localmente, pero buscando un impacto global.