Sostenibilidad y supervivencia

Sonia García

Presidenta de ASETRABI

El transporte por carretera se debate en la pugna entre la sostenibilidad medioambiental y la supervivencia de las empresas

La Asociación Empresarial de Transportes de Bizkaia (Asetrabi), fundada en 1977, tiene como objetivo principal la defensa de los intereses de las empresas y los profesionales del transporte de mercancías por carretera. Su presidenta, Sonia García, expone su opinión en torno al TMCD, la sostenibilidad medioambiental y económica

La Autoridad Portuaria de Bilbao me ha brindado la posibilidad de participar en un encuentro sobre el transporte marítimo de corta distancia (TMCD), más conocido como short sea shipping. Me alegra especialmente compartir impresiones con representantes de varios operadores marítimos en una “mesa” denominada “Hacia una cadena intermodal más sostenible”.  

La ocasión me permite plantear dos consideraciones previas. La primera hace referencia a la posición de cada cual en la parrilla de salida de la carrera hacia el muy noble y ambicioso objetivo de alcanzar el “cero neto” en emisiones dentro de unas décadas. La ruta hacia la sostenibilidad medioambiental obliga a todos (países, instituciones, empresas y ciudadanos) pero no todos estamos en la misma posición de partida. Del mismo modo que hay naciones que aún no pueden prescindir del carbón a medio plazo para mantener su crecimiento, hay sectores para los que es inasumible seguir las directrices de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático de Glasgow (o antes de Kyoto, París o Copenhague).

La segunda consideración tiene mucho que ver con el escepticismo. El transporte de mercancías por carretera no puede permitirse el lujo de analizar, valorar y discutir los acuerdos de las siempre decepcionantes “cumbres climáticas”, caracterizadas hasta ahora por la pésima relación con los hechos que han demostrado sucesivamente tanto sus sugestivos anuncios como sus solemnes compromisos. Nuestro sector no está en condiciones de sumarse a la guerra declarada contra el metano y el dióxido de carbono con el entusiasmo de otros porque nuestros problemas de sostenibilidad se sitúan también en otra acepción del término: la relativa a la continuidad de las empresas. En la ruta hacia la excelencia medioambiental hay que tener muy presente la supervivencia de todos los actores.

La carretera afronta su propio desafío medioambiental

Durante los últimos años asistimos, confusos y preocupados, a un frenético debate entre políticos, expertos y grandes corporaciones sobre combustibles y motores. Nos aturde la catarata de información sobre gas natural, ecocombustibles, baterías eléctricas, hidrógeno verde, etc. No sabemos de qué tecnologías dispondremos ni cuando estarán disponibles. También ignoramos cuales serán las más apropiadas para la distribución urbana, la media distancia o el largo recorrido. 

Lo que sí sabemos es que el desafío medioambiental es uno de los muchos que tiene planteados el transporte de mercancías por carretera. Cabe resaltar, entre otros, la competencia desleal, los peajes, la normativa asfixiante e incongruente, la morosidad, la falta de aparcamientos seguros, el precio del combustible (que supone un 30% de los costes operativos), los retornos en vacío y un larguísimo etcétera de problemas muy graves. 

¿Alguien puede creer realmente que las pymes y los autónomos que predominan en nuestro sector y que ni siquiera pueden repercutir a sus clientes el incremento de los costes, serán capaces de asumir cualquier inversión para renovar sus flotas de acuerdo con las exigencias de las “cumbres climáticas”? Algunos fabricantes de vehículos eléctricos sugieren la implantación de incentivos financieros y uno de ellos ha aludido, expresamente, a la contribución de los cargadores “ofreciendo contratos más largos y estando más dispuestos a pagar por transportes sostenibles”, porque “muchos transportistas tienen márgenes muy limitados, por lo que cada nueva inversión debe ser rentable”. No se puede decir más claro, aunque no lo digamos nosotros.

Un sector postrado

A mi modo de ver, el debate más urgente sobre la sostenibilidad de la cadena intermodal debería ir por otros derroteros. En concreto por la segunda acepción a la que hacía referencia antes. ¿Es posible contar con una cadena intermodal realmente sostenible cuando uno de sus eslabones está en una situación insostenible? ¿Es acertado fiar el futuro de una intermodalidad sólida y segura a un engranaje que alberga una pieza en un estado alarmante de postración y precariedad?

El estado de postración del transporte de mercancías por carretera al que me refiero viene de largo y obedece a muchas causas. No obstante, se ha agudizado hasta límites insoportables cuando un sector atomizado se las tiene que ver con unos “socios” de la cadena logística cada vez más potentes y globalizados merced al proceso de concentración continuo e imparable registrado durante los últimos años.

La postración de un eslabón procede de la posición de dominio de otro. ¿Cuánto han incrementado los operadores marítimos sus tarifas durante el último año? ¿Cuánto las han incrementado las empresas de transporte de mercancías por carretera? Debo reiterar que pertenezco a un sector incapaz de repercutir el alza de sus costes. Nuestros clientes “aprietan” y nos hacen cada vez más frágiles. Dudo que eso contribuya a sostener una equilibrada y fiable cadena marítimo-terrestre “puerta a puerta”.

Pero no se trata sólo de la justa retribución de nuestros servicios. La postración también se evidencia en viajes frustrados porque el operador marítimo no ha gestionado correctamente la operación de “preaviso”, esperas inaceptables motivadas por la escasez de equipos de carga y descarga, etc. Tengo la impresión de que en las “autopistas del mar” y en las “autopistas ferroviarias”, apuestas claras de los poderes públicos para reducir emisiones, no nos irá mucho mejor que en las autopistas terrestres, las de toda la vida.

Lamentablemente, nuestro sector sigue debatiéndose angustiosamente en la pugna secular entre lo importante (la sostenibilidad medioambiental) y lo urgente (la supervivencia de nuestras empresas). ¿Conseguiremos zafarnos algún día de esta maldición?

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