Tres deseos para mejorar el sector logístico 

Diego Yung
Director Regional en Ontruck


El protagonismo y la influencia del sector del transporte y la logística en la economía de los países son hoy mayores que nunca. Si bien siempre ha sido un elemento fundamental para garantizar el flujo de la producción industrial, las redes comerciales y el consumo, en los últimos dos años los ciudadanos estamos dando más valor a su función porque nos está afectando en primera persona. Vamos a comprar un coche y nos dicen que pueden tardar un año en entregárnoslo. Queremos renovar un electrodoméstico y en el centro comercial no hay stock y no saben cuándo recibirán… Y claro, ante la falta de oferta y el encarecimiento de las materias primas, los precios suben.

La crisis de suministros que vive no solo nuestro país, sino prácticamente todo el mundo Occidental, está provocando importantes disrupciones en la cadena que complican el abastecimiento y tienen importantes efectos negativos en las empresas. Pero a pesar de todo, se estima que el sector del transporte y la logística crecerá este año por encima del 26% en facturación y del 13% en contrataciones, según el Informe de presupuestos IT 2021 y estimación 2022 de LiceoTIC Training.

Sin duda, a las empresas logísticas se les ha complicado el día a día en esta última etapa. De algún modo, podríamos afirmar que se está produciendo un cambio de paradigma que está obligando a reenfocar las estrategias, a adoptar nuevas decisiones. Tal vez sea el momento crítico para reinventarse, para apostar por nuevos planteamientos que nos permitan movernos mejor y con mayor seguridad en el escenario económico actual.

Si ahora, de repente, se nos concedieran tres deseos para mejorar la situación del sector logístico en nuestro país, ¿qué pedirías? Nosotros lo tenemos claro. El primero, que todas las empresas tengan incorporados sistemas para garantizar la visibilidad total de la cadena logística. El segundo, que desaparezca el papel y se digitalicen todos los procesos para reducir las cargas burocráticas. Y el tercero, que desde todos los ámbitos del sector se priorice la sostenibilidad en las decisiones estratégicas.

Tecnología para dar transparencia a las operaciones

Hasta hace muy poco tiempo, la gestión logística se veía como un coste a reducir, no como una actividad que aporta valor al funcionamiento de la empresa y a los productos que ofrece. Quizá por ello la transformación digital le ha llegado más tarde y avanza de forma más lenta. Este hecho, sumado a la enorme fragmentación del mercado y a su complejidad, hace que el desarrollo de sistemas tecnológicos haya sido muy desigual y que falte mucha estandarización.

Disponer de soluciones tecnológicas que aporten visibilidad total a las operaciones, sin importar el modo de transporte y desde el inicio hasta la última milla, es el gran deseo de todo profesional logístico. Integrar los sistemas de una empresa con los de otra es bastante costoso, y se pierde mucho tiempo en labores administrativas. Con visibilidad de los flujos de mercancía entre los actores de la cadena de suministro (proveedores de transporte, flotas, almacenes, centros de producción…) se podrían tomar decisiones de forma proactiva, ajustar los cambios en tiempo real y evitar problemas. Esta visibilidad termina con la incertidumbre, porque permite medir y controlar, y lo que no se mide, no se puede mejorar. 

Digitalización para acabar con la morosidad

En muchas empresas, la logística aún se gestiona con sistemas de hace décadas en los que todavía el papel ocupa un lugar predominante. Además de ineficiente, es muy poco sostenible: albaranes, facturas, documentos oficiales, la carta de porte… Algunas han empezado a aplicar una gestión mixta, escaneando los documentos y almacenando las copias digitales, pero el papel sigue estando presente encima de las mesas.

Esta carga administrativa tiene un impacto directo en la morosidad que domina el sector. Por ejemplo, la falta de transparencia en los precios de las empresas de transporte (sobre todo cuando hay cargos extra como paralizaciones o manipulación) se traduce en bucles eternos de reclamaciones, y esto dispara los costes a los que tienen que hacer frente los transportistas, mientras esperan hasta 120 días a cobrar por el servicio realizado.

Parece que el sector ha normalizado ya la alta morosidad que le caracteriza, pero es algo lamentable e inconcebible cuya erradicación se debe perseguir. Cobrar cuando cobran los profesionales de otros sectores es, sin duda, uno de los mayores deseos de los transportistas. Mejorar sus condiciones laborales es fundamental: sin ellos, se paraliza la economía.

Mayor compromiso con el desarrollo sostenible

La gestión logística tradicional tampoco ha tenido en cuenta los efectos derivados de camiones circulando por las carreteras a media carga, o incluso en vacío, con el correspondiente gasto innecesario de combustible y su impacto negativo en el medio ambiente en forma de gases contaminantes. Esto, sin embargo, es perfectamente evitable si contamos con un sistema de optimización de rutas y flotas que nos permita planificar las recogidas y entregas de manera que podamos rentabilizar la capacidad de los vehículos y reducir los kilómetros recorridos en vacío.

De este modo, el sector logístico puede reducir su impacto ambiental y ser más sostenible, cumpliendo con un compromiso necesario que todos los países de las Naciones Unidas han asumido para avanzar hacia un sistema económico libre de emisiones. Un deseo, digamos, global. En ese camino, por supuesto, también es necesario reforzar el impulso a la electrificación de flotas y facilitar el acceso a vehículos propulsados por energías no contaminantes, algo para lo que queda todavía un largo camino que recorrer.

Lamentablemente, no podremos conseguir todo esto a golpe de varita mágica, pero sí está al alcance de nuestras manos hacerlo realidad. Contamos con la principal y más potente herramienta: la tecnología. Con la digitalización intensiva del sector sería posible mejorar de forma integral las operaciones y la calidad en la prestación del servicio, y por supuesto, las condiciones de los transportistas. No dejemos pasar la  oportunidad. Vivimos en una época de cambios: hagamos que el 2022 sea el momento de transformar la logística.