El OEA debe ser pilar fundamental para garantizar la colaboración entre la Administración y los operadores, logrando una cadena de suministro fluida a la vez que segura
El comercio mundial vuelve a afrontar un punto de inflexión. En el 2021 encararemos un nuevo escenario debido a dos factores bien distintos: la pandemia y el Brexit. Ambos dan pie a replantear el sistema, las estructuras, las políticas de comercio o los procedimientos de trabajo.
Si nos atenemos a la fecha de 1 de enero del 2021, cuando se hará efectiva la salida de Reino Unido de la Unión Europea, estaremos ante una auténtica prueba de fuego, especialmente para la Administración de Aduana, autoridades portuarias, representantes aduaneros y todos los operadores inmersos en los tráficos con Reino Unido.
Transitarios y transportistas tendrán ante sí el reto de adaptarse a los controles en frontera. Importadores y exportadores verán puesta a prueba su capacidad de adaptación. Y los representantes aduaneros tendremos que procurar minimizar el impacto en trámites y, sobre todo, en tiempos.
La UE deberá, a su vez, demostrar que está preparada y que es capaz de adaptarse a la nueva realidad. Debemos de entender que la política comercial de la UE no es más que las reglas de juego de las que nos hemos dotado los europeos para alcanzar estándares de calidad comercial, seguridad de los productos (medicamentos, juguetes, alimentos…), la defensa de la fauna y de la flora, la protección del medio ambiente y, en definitiva, la salvaguarda de nuestro mercado común.
De hecho, las medidas destinadas a la protección de nuestra industria y materias primas, a través de la aplicación de aranceles y otras medidas de seguridad, contribuirán a fortalecer su posición dentro del mundo globalizado.
Garantizar el cumplimiento de estas medidas debe ser tarea de todos, y no solo por la obligación legal que llevan implícitas, sino también por el convencimiento de que las mismas serán beneficiosas a la larga para el comercio internacional y, por ende, para nuestras empresas.
Y en Bergé Aduanas somos conscientes de nuestra responsabilidad como Operador Económico Autorizado (OEA), pero llegando incluso más allá, asesorando a las empresas para saber anticiparse y desenvolverse en estos escenarios cambiantes e inciertos como un “socio” de conocimiento a su lado.
Favoreciendo la agilidad
En este contexto de incertidumbre, es de vital importancia que las autoridades aduaneras, como responsables de supervisar el comercio internacional de la UE, favorezcan la agilidad del comercio legítimo, pero siempre garantizando la seguridad de las mercancías. Control no significa parálisis, ni dinamismo debe significar descontrol.
Por ello, precisamente, se ha puesto en marcha un ambicioso desarrollo informático entre todas las aduanas a nivel europeo, que deberá culminar con una aplicación homogénea de la normativa establecida de manera automática en toda la UE, previsto para finales del 2025.
El control aduanero no significa parálisis, ni dinamismo debe significar descontrol
Y es aquí donde precisamente toma relevancia la figura del Operador Económico Autorizado, que debe ser uno de los pilares fundamentales para garantizar la colaboración entre la Administración de Aduanas y los operadores intervinientes, y lograr así una cadena de suministro internacional fluida a la vez que segura.
Máxime en el actual contexto de pandemia y Brexit, que nos aboca a todos los participantes en la cadena de suministro internacional a formar un verdadero equipo, colaborando y asumiendo cada uno el papel que nos corresponde, aceptando responsabilidades y obligaciones, empezando por la propia Administración de Aduanas y terminando por el último operador de la cadena de suministro internacional.
Digitalización y CAU
Por otro lado, tampoco debemos olvidar otro reto para el 2021 ajeno al Brexit y a la pandemia: la adecuada implementación del Código Aduanero de la UE. Entre otras medidas, supondrá la puesta en marcha de los desarrollos informáticos previstos para una correcta y homogénea aplicación de la normativa en todas y cada una de las aduanas comunitarias. Y también significará que la aduana se convertirá en colaborador real de los operadores. Una colaboración que garantice la seguridad y la aplicación de la política comercial europea.
Por su parte, los consignatarios tienen que ser conscientes de la importancia de proporcionar datos fiables para poder realizar un correcto análisis de riesgos y garantía recíproca con el resto de países terceros para la seguridad en nuestras fronteras. A su vez, las terminales portuarias deben acabar de adaptarse a las obligaciones y responsabilidades que les han sido asignadas desde la aplicación del Código Aduanero de la UE, pues pasan a ser pilar fundamental para grantizar el comercio legítimo y la correcta aplicación de la política comercial de la UE.
Por último, deberemos estar atentos para adaptarnos a la irrupción de nuevas tecnologías, la digitalización de los procesos, el ecommerce y a otras novedades que lleguen, con agilidad y flexibilidad, mirando siempre hacia el futuro.
En definitiva, el 2021 será un año repleto de retos y de oportunidades. Pero si trabajamos en equipo, seremos capaces de superar el impacto del Brexit; de ayudar y acompañar a todas las terminales portuarias a su completa adaptación a las nuevas responsabilidades que les ha asignado el Código Aduanero y prepararles para ser operadores de confianza de la Aduana; a avanzar en la visibilidad de la enorme labor y aportación de valor añadido que tiene la profesión de representante aduanero en la cadena de suministro internacional; y, en resumidas cuentas, adaptarnos a las nuevas realidades futuras para, entre todos, seguir creciendo.